La voz de los 100 años de 'El Colombiano'

En diciembre pasado, Ana Mercedes Gómez cumplió 20 años como directora del periódico. Dice que estará unos años más en el diario antioqueño.

Foto: El Tiempo
Domingo 05 de Febrero del 2012

Ana Mercedes Gómez habló con Yamid sobre el pasado y el futuro del diario que dirige.

El Colombiano de Medellín cumple mañana 100 años. Los últimos 20 ha estado dirigido por Ana Mercedes Gómez, hija de uno de los fundadores del periódico, el ex canciller Fernando Gómez Martínez.

'El Colombiano' fue fundado el 6 de febrero de 1912, hace 100 años, por don Francisco de Paula Pérez. ¿Quién fue él?

Un gran hacendista, ministro de Hacienda de gobiernos conservadores y liberales. El periódico era un sueño de juventud suyo. Comenzó siendo bisemanario. Eran 4 páginas y buscaba dar voz a gente joven siguiendo los postulados del Partido Conservador, pero advirtiendo que no seguía a directorio político alguno. Era independiente.

¿Fue director mucho tiempo?

No. En su etapa inicial. Hasta 1930, el periódico pasó por muchas manos. Padeció la crisis de los años 30 por la recesión mundial y sobrevivió; la de los 40, por la guerra mundial, y sobrevivió, y la de los años 50, por la guerra en Colombia.

¿Quién lo rescató en 1930?

Julio C. Hernández y Fernando Gómez Martínez, mi padre.

¿Sabe cuánto les costó?

No. Pero le voy a contar una anécdota: mis hermanos mayores -yo no había nacido- vivían camino de Envigado porque no había dinero para pagar el arriendo de una casa en Medellín. Un día, don Julio llamó a mi padre y le dijo: "El número de la lotería que compré en nombre de los dos, ganó". Mi mamá se emocionó y dijo: "Por fin vamos a poder comprar una casita". Pero mi papá dijo: "No, esa platica se la vamos a meter a El Colombiano y seguramente después El Colombiano nos dará para comprar casa".

¿Y entonces?

A don Julio lo llamó su cuñado, Mariano Ospina Pérez, quien 16 años después fue Presidente de Colombia, y le dijo que era un exabrupto comprar ese periódico quebrado y en plena crisis mundial. Don Julio y Fernando Gómez, ambos con ganas y con visión, no hicieron caso.

¿Y doña Bertha no opinó?

No sé. Lo cierto es que don Julio se dedicó a la parte administrativa, para lo que había estudiado en Nueva York. Mi papá, a la parte periodística. Así surgieron. Lucharon y triunfaron.

¿Qué actitud política asumió el periódico?

El editorial del 2 de enero de 1930 se llamó Exordio y partición y fijó la filosofía del diario: tolerancia, pluralismo, un diario conservador abierto.

¿Qué efecto tuvo la elección de Ospina como Presidente sobre el periódico?

Yo era una bebé. El Presidente nombró a mi papá embajador en los Países Bajos. Mi papá le pidió que ojalá lo pudiera dejar dos años porque tenía que movilizar a mi madre, 8 hijos y una niñera. Yo no caminaba aún.

¿Quién asumió la dirección?

Fue encargado Juan Zuleta Ferrer. Era hermano del más grande amigo de mi padre, Estanislao Zuleta Ferrer, quien murió en 1935 en el accidente del aeropuerto Las Playas (hoy Olaya Herrera). Una hermana de don Estanislao y de Juan estaba casada con un hermano de mi papá, Carlos. En ese accidente, a propósito, murió Carlos Gardel.

Ya en la dirección, ¿Zuleta Ferrer fue muy conservador?

No. Inclusive mi padre fue expulsado del conservatismo por la línea dura de ese partido. Fundó el Progresismo Conservador con J. Emilio Valderrama y la jefatura de mi padre. A este movimiento lo inspiró la encíclica del Papa Pablo VI Populorum Progressio. Es de avanzada social.

¿Qué línea política rige a 'El Colombiano' hoy?

La progresista. Por eso Ospina Pérez le pidió a mi padre, cuando estalló la violencia después del 9 de abril de 1948, regresar a Colombia, para contribuir a apaciguar los ánimos entre conservadores y liberales. Regresamos y mi padre asumió la Gobernación de Antioquia. Después, bajo la presidencia de Laureano Gómez, mi padre y El Colombiano asumieron la oposición al extremismo de Gómez. Hasta que llegó la noche del 12 de junio de 1953, cuando Colombia tuvo tres presidentes: Gómez, el titular; el encargado, Roberto Urdaneta, y el golpista, el teniente coronel Gustavo Rojas Pinilla, quien llegó apoyado por liberales y conservadores. Mi papá lo apoyó hasta cuando se volvió dictador. Entonces escribió su libro Mordaza, diario privado de un escritor público, donde apareció todo lo censurado. En 1957, mi papá se fue a Nueva Orleans para denunciar ante la Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa la situación del periodismo colombiano. A El Colombiano la dictadura le había impuesto en 1956 una multa impagable. El 9 de mayo, la Fuerza Pública detuvo al director encargado, Abelardo Londoño Marín, y a Julio Hernández. El 10 de mayo, mi mamá nos levantó a contarnos que había caído Rojas y nos llevó a misa de 6 de la mañana. Luego salimos a rescatar a los detenidos. Pero Medellín tuvo un momento muy violento el 10 de mayo, porque quien era gobernador, el general Gustavo Quintero, sacó la tropa. Mientras tanto yo, que tenía 10 años, iba en una camioneta con varios parientes para estar en la liberación de los detenidos.

¿Iba llena de susto?

No, íbamos felices. Ante la balacera que estalló, nos refugiamos en la casa de Don Julio Hernández. Mi padre llegó el 11. La situación era distinta: Rojas había dejado la Junta Militar, que nombró al general Pío Quinto Rengifo como gobernador. Hay elecciones y asume la Presidencia Alberto Lleras Camargo, con quien mi papá tenía excelente amistad. Luego asume Guillermo León Valencia, quien nombra a mi padre Gobernador y luego Canciller.

¿Usted qué hacía?

Terminé bachillerato y me gradué en Educación en la Universidad Bolivariana. Cuando expidieron la Ley 51 de 1975, que exigía la tarjeta de periodista, como yo era periodista free- lance de El Colombiano, me hice la promesa de que cuando entrara a mi hijo menor al colegio estudiaría comunicación por créditos, y lo hice.

¿Qué hacía como 'freelance' ?

Traducciones del inglés, francés e italiano. Traducía artículos científicos, de geopolítica...

¿Cuándo murió su padre?

El 5 de diciembre de 1985. El el día que entregué mi último trabajo de la última materia de comunicación social. Sólo me faltaba la tesis de grado.No fue fácil terminarla porque mis hijos me demandaban mucho tiempo, pero lo hice y me gradué. Es un texto guía para enseñar periodismo informativo.

¿Alguno de sus dos hijos estudió periodismo?

No. Uno me pidió consejo sobre si estudiaba comunicación o derecho. Le dije: si quiere ser un buen periodista, estudie derecho. Me arrepiento de no haberlo estudiado.

¿Y qué decidió?

Estudió derecho. El otro es administrador de empresas. Ninguno está en 'El Colombiano'.

¿Por qué le dijo a su hijo que si quería hacer periodismo, estudiara derecho?

Porque creía -y creo- que el periodismo debería ser un posgrado, no una carrera básica.En el periodismo son muy superficiales los conocimientos. Perdón por la expresión tan brusca que voy a utilizar: nos untan de todo, pero no profundizamos en nada. Salimos malos en el manejo del castellano, en historia, geografía, geopolítica, todo. Lo sé bien porque antes de entrar de lleno a El Colombiano fui profesora en la Bolivariana, de castellano y de periodismo.

Su posición es una gran crítica a las facultades de periodismo...

Las deficiencias en la educación vienen desde el hogar, desde la primaria, y después pasan a la secundaria. Los estudiantes llegan a la universidad con muchos vacíos. No toda la culpa es de las escuelas de periodismo, aunque sí la tienen en parte.

¿Las facultades de periodismo deberían desaparecer?

Sin duda. Y dar paso a posgrados. Ese es mi sueño. En el grupo de dirección tengo asesores de diferentes profesiones. Aunque no generalizo, porque hay periodistas de facultad y autodidactas muy buenos. También hay quienes que, después de ejercer, hacen especialización.

¿Qué falla hoy en el periodismo?

Entre otras, que la mayoría de los profesores no han estado trabajando en los medios. Tienen entonces una visión muy romántica del oficio, que para mí es una profesión de servicio.

¿Al morir su padre asumió usted?

No. Juan Gómez, su hijo. Estuvo poco porque en 1988 se convirtió en el primer alcalde electo de Medellín. Yo era la jefe de redacción. Asumió Alberto Velásquez Martínez. A mí me pidieron que asumiera la subdirección encargada. Acepté a regañadientes. Más adelante, Jorge Hernández y Juan Gómez se metieron de lleno en la política. Entonces, me nombraron directora en propiedad, y a Luis Miguel de Bedout, gerente. En diciembre pasado cumplimos 20 años en nuestros cargos.

¿Cómo le ha ido?

Como nos va a todos los directores: a veces bien y a veces mal.

Después de 20 años de dirección, ¿cuál es su objetivo?

Que El Colombiano esté al día en los avances tecnológicos, que siga por un buen rato como periódico de papel, pero avanzando en todas las plataformas.

Con semejante fuerza, con tanto amor por 'El Colombiano' y el oficio, ¿usted estará al frente hasta el día de su muerte?

Si me muero muy ligero. Si no, me quedo unos añitos. La junta directiva decide.

'No me gustan las filtraciones'

¿Le gusta el sistema de filtraciones como fuente de información?

No, porque conlleva el alto riesgo de terminar prestándose para cosas sucias. Me atrevería a lanzar la hipótesis del 'negocio de filtraciones'. Yo te pago para que tú me filtres o viceversa.

Pero sin filtraciones no habrían existido 'Garganta profunda' ni Bob Woodward, ni Carl Bernstein ni Watergate...

Ese es el síndrome del que no hemos salido los periodistas colombianos.

¿No le parece que la investigación es buena?

Nada es totalmente negro ni totalmente blanco. Cuando estalló el proceso 8.000, el periódico EL TIEMPO nos preguntó a los directores de medios qué habríamos hecho y la respuesta mía fue: yo habría hecho una copia del casete, la habría guardado, y el original lo habría entregado a las autoridades. Si pasado un tiempo no actuaban, habría publicado su contenido. Sin embargo, no me habría metido de juez.

Pero esa fue una buena filtración...

Quién sabe... ¿Usted cree que todos los que están en la cárcel son culpables?