'No habrá persecución a campesinos cocaleros, sí a capitalistas de la cocaína'

Felipe Tascón, director de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito, propone alianza con cultivadores.

Foto: El Tiempo
Domingo 15 de Enero del 2023
Los llamados pequeños campesinos, que son realmente miles de familias que habitan nuestros campos y viven de la siembra de hoja coca, pasarán de ser perseguidos a ser socios del Estado en el nuevo programa de industrialización de tierras dedicadas hoy a narcocultivos.

Esa es la definición básica de la novedosa política para enfrentar el narcotráfico que comienza a aplicar la Dirección de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito (que hace parte de la Agencia de Renovación del Territorio), bajo el mando del economista vallecaucano Felipe Tascón Recio.

"La instrucción precisa del presidente Gustavo Petro fue cumplir, por fin, lo pactado en el acuerdo de paz sobre sustitución de cultivos y pagar la deuda que el Estado tiene desde hace años con 99.000 familias que sustituyeron cultivos ilícitos", dijo Tascón, quien acompaña al presidente Petro en programas contra el narcotráfico, desde la primera campaña presidencial del actual mandatario en 2018.

Parecería que la opinión pública tiene cierta confusión sobre la política del Gobierno en materia de cultivos ilícitos, ¿Cómo la resumiría?

La política es clara: industrializar el campo en las áreas de presencia de hoja de coca, amapola y marihuana. Nuestra labor es sentar las bases para un camino de industrialización para disputar el producto dominante: la cocaína. El modelo de erradicación forzada o sustitución del cambio de mata por mata no ha funcionado. Vamos hacia una nueva vía, la correcta: industrializar y construir tejido productivo. Los campesinos siembran hoja de coca, ellos se arriesgan a una actividad ilegal con tal de garantizar su supervivencia. Estamos trabajando para la construcción de una política de cambio del modelo.

¿Cultivar hoja de coca es un delito?

No, cultivarla no es delito. Lo que es delito es la transformación. Están inmersos, entonces, dentro de un circuito que es ilegal y toman esos riesgos.

Pero ¿qué alternativa tiene un campesino para sustituir el cultivo de coca?

Hay empresas internacionales que nos están ofreciendo programas. El jueves pasado, un empresario franco-colombiano, François Vela, que tiene la representación de firmas francesas de semillas, nos presentó un proyecto sobre la siembra de girasol como emprendimiento que puede disputarle completamente a la hoja de coca, dada su utilización en la producción de aceites. Así mismo con el maíz, rubro gigantesco que podemos explotar para sustituir extensiones de hoja de coca.

¿Y la misma hoja de coca qué usos alternativos a la cocaína puede tener?

Hay investigaciones que vamos a apoyar para el uso de coca en forrajes: es una combinación de hoja de coca y germinados de maíz para que se usen como forraje para alimento de cerdos. Posibilidades existen, tenemos que explotarlas. Abrimos una fase que salde el compromiso que adquirió el Estado con el acuerdo de paz.

¿Cuáles fueron esos compromisos?

La creación del Programa Nacional Integral de Sustitución (Pnis), la entrega de 36 millones de pesos por familia a 99.000 familias, que en ese momento, 2017-2018, firmaron con el Estado. Mientras que en paralelo iremos diseñando y ejecutando los nuevos proyectos alternativos de industrialización.

Pero el asunto no es tanto si hay alternativas o no de cultivos, sino qué hacer con los narcotraficantes que imponen la siembra de la hoja de coca...

Este es un programa que funciona de la mano y avance de la 'paz total', la tarea que tiene el alto comisionado de Paz de negociar con todos los grupos el compromiso del cese del fuego bilateral, porque los grandes empresarios de la cocaína funcionan dentro de un entorno de guerra, sin este no tienen la forma de actuar y presionar en los entornos rurales donde operan.

Pero, en consecuencia, ¿no va a haber una persecución progresiva a los campesinos que siembran hoja de coca?

A los campesinos no, a los grandes capitalistas de la cocaína, sí.

¿Cómo se distinguen? ¿Cómo se sabe si un campesino está siendo obligado a sembrar hoja de coca? Y si lo está, ¿qué se debe hacer?

El primero es la familia rural minifundista que cultiva para satisfacer las necesidades básicas y, el segundo, es el dueño de ese fenómeno que conocimos como 'Tranquilandia', ahora reaparecido en algunos municipios del país. Estas son grandes plantaciones con industrias anexas para procesar cocaína.

Pero entonces no habrá persecución de los pequeños cultivos...

De los pequeños no; vamos a darles alternativas con las agroindustrias que se crearán. Tenemos que generar las condiciones para industrializar esas áreas.

¿Es posible que el Estado compre la hoja de coca?

Esa es una alternativa que habría que estudiar cuidadosamente, pero nuestra prioridad está en la industrialización del campo.


Las 'Tranquilandias'

¿Por qué hay en este momento tanta protesta de los cultivadores de hoja de coca?

La realidad es que hoy no hay demanda de la coca, fenómeno similar en Tibú, Tumaco, El Tambo, en Cauca, y Puerto Asís, en Putumayo.

¿Los narcotraficantes no están comprando?

Por sobreproducción en los minifundios y por el fenómeno 'Tranquilandia' absorbiendo su propio abastecimiento.

¿Hay 'Tranquilandias' hoy?

Sí, en esos municipios que le mencioné pueden ser más, pero el fenómeno está concentrado en esos cuatro.

¿Qué hacer con los pequeños productores de hoja de coca?

Es el momento preciso para implementar nuevas políticas, la transición es compleja y hacia allá vamos. Estamos estudiando alternativas.

El Departamento de Estado de Estados Unidos habla de 237.000 hectáreas cultivadas y la ONU, de 204.000. Las dos cifras son abrumadoras...

Sí. Por el abandono del Estado, no hay carreteras sino trochas, hechas por los propios campesinos, no hay escuelas, no hay hospitales. El Estado no existe en muchos territorios del país.

¿Tienen algún plan piloto?

Sí. En unos municipios del cañón de Garrapatas, en la frontera entre el Valle y el Chocó, estamos armando proyectos para desarrollar alternativas.

¿Para cultivos distintos a la hoja de coca?

Sí, o para procesar la coca en usos distintos a la cocaína. Pero en la práctica nadie está sembrando, hay mucho cultivo abandonado. Los pequeños campesinos están en la ruina. Es una oportunidad para emprender proyectos alternativos.

¿Qué respuesta han encontrado de parte del campesinado?

Apoyo absoluto.

¿Cómo socios?

Sí.

¿Socios de qué?

El país cuenta con estudios importantes para el uso alternativo de la coca y también de otros productos cultivables en las zonas que hoy ocupa la coca.

¿Qué decirles a los cultivadores de hoja de coca que están en quiebra hoy?

Que el Estado es un aliado, que la alianza entre el Estado y el campesinado es el único camino para salir de esta coyuntura, y eso se logra siendo socios en la industrialización en estos territorios.

¿En eso se está trabajando?

Ya tuvimos la primera reunión de los 14 coordinadores departamentales, siete mujeres, siete hombres, y la tarea que tienen es precisamente buscar fortalecer estas alianzas con las organizaciones. Yo me sentí satisfecho porque creo que el criterio de selección básico fue gente que nos permita trabajar esa alianza con las organizaciones rurales, de campesinos, indígenas y afros.

¿Cómo llegó a estos 14 seleccionados?

Bueno, ahí sirvió mi kilometraje en el tema.

¿Existen los recursos presupuestales para emprender esa revolución?

Necesitamos que el aporte presupuestal sea importante para poder cumplir, de la mano de la consolidación de la 'paz total'.

¿No requerirá el Gobierno de Colombia el apoyo de Estados Unidos? ¿Financiero, quiero decir, no para combatir, sino para sustituir?

Sí, y en ese sentido hemos tenido una reunión muy importante con el embajador Luis Gilberto Murillo y concertamos reuniones regulares sobre el tema. Los Estados Unidos nos pueden ayudar con tecnología. Ellos son fundamentales en esto.

Pero, en pocas palabras, ¿qué es lo que ha fracasado para combatir la siembra?

Ha fracasado la erradicación a la fuerza, porque cuando un campesino no encuentra otra alternativa, se va un kilómetro más allá y siembra nuevamente.

El Gobierno de EE.UU ya está convencido de que la política de persecución y guerra ha fracasado y, en consecuencia, ¿hay que buscar otro camino?

Confiamos en los buenos oficios y comprensión del embajador Murillo. Mientras tanto, en el Caquetá ya se hizo un acuerdo con 65 delegados de organizaciones campesinas, de áreas de cocaleros, que se comprometieron a que, a cambio de la implementación de esta nueva política, no aumentarían el área sembrada.

¿Aceptan no sembrar hoja de coca a cambio de qué?

A cambio de esta nueva política, de buscar alternativas.

¿No estamos nadando en hoja de coca? Tanto que ni siquiera la compran los narcotraficantes...

Lo que es demostración de que la guerra no ha funcionado.

¿Hay que llegar a un pacto con los cocaleros para regularizar la hoja de coca?

La tarea es sustituir los ingresos. Creo que es erróneo hablar de sustitución de cultivos a secas, es decir, cambiar una mata por otra.

¿Se trata de buscar una triple alianza: Estado, campesinos productores y Estados Unidos?

Y métale la línea de la paz. Si no logramos la paz, nada de esto funciona.

¿Esta política no es desafiante ante los Estados Unidos?

Los necesitamos más que nunca como aliados. Es que ellos tienen la capacidad de apoyarnos en esta nueva política con tecnología, con mercados, con ciencia. Que abran mercados para ese tipo de productos es más importante que cualquier cosa.

Eso no se logra de la noche a la mañana...

Acá estamos sentando las bases. Hay que culminar el compromiso con las 99.000 familias firmantes del Pnis y avanzar hacia un nuevo modelo de industrialización.

¿En este momento en qué estamos?

Pasamos de unos equipos que en la práctica tenían un enfrentamiento por el fracaso de esta política con los campesinos, y consolidando unos equipos a nivel nacional de expertos de muy alto nivel para hacer una asistencia técnica hacia productos alternativos. Estamos comenzando.

YAMID AMAT
Especial para EL TIEMPO