Protesta nacional contra minas antipersona será abierta por Miguel Bosé, este lunes en Bogotá

El cantante español presentará en un concierto acompañado por la Orquesta Filarmónica, en el auditorio de Compensar. Los fondos que recaude el espectáculo serán administrados por Unicef y se destinarán a la construcción, en Bucaramanga, de un centro de rehabilitación integral para las víctimas de las minas antipersona, por cuya destrucción ha venido trabajando intensamente el vicepresidente Francisco Santos, quien invitó a Bosé.
Foto: El Tiempo
Domingo 22 de Mayo del 2005

El cantante español presentará en un concierto acompañado por la Orquesta Filarmónica, en el auditorio de Compensar. Los fondos que recaude el espectáculo serán administrados por Unicef y se destinarán a la construcción, en Bucaramanga, de un centro de rehabilitación integral para las víctimas de las minas antipersona, por cuya destrucción ha venido trabajando intensamente el vicepresidente Francisco Santos, quien invitó a Bosé.
El español, próximo a los 50 años ("No me preocupa; la gente conoce mi carrera y sabe que siempre estoy investigando sobre música"), seguramente también hablará sobre el infortunio de la guerra, la terrible acción del depredador y su víctima, el terror y la deshumanización de las minas antipersona. Aquí anticipa algunas de sus opiniones en entrevista con Yamid Amat. 

¿Qué piensa de la utilización de artefactos como las minas antipersona en el conflicto colombiano?

Es incompresible porque es un tipo de armamento que está totalmente prohibido. Creo, además, que todas las armas deberían estar prohibidas. Pero las minas, además, son ilegales y monstruosas. No deberían ser fabricadas. 

Colombia es el cuarto país del mundo después de Camboya, Afganistán y Angola en el que se siembran minas. Hay por lo menos 100 mil artefactos colocados en 30 de los 32 departamentos. ¿De qué manera se puede pedir tanto a guerrilleros como a paramilitares que no usen semejantes armas? 

Es muy difícil convencer a quien utiliza la guerra como medio para solucionar un coflicto que deje de usar cualquier tipo de armas. Lo que hay que hacer es crear conciencia en los fabricantes. Sabemos perfectamente de dónde llegan. Ese es el fondo del problema. 

¿De dónde cree usted que llegan?

Usted lo sabe también. 

¿Y qué hacer para convencerlos de no fabricar más esas armas?

Lo que estoy haciendo y lo que voy a hacer. Tomar una actitud de protesta y denuncia ante estas cosas. Ser el vehículo para que a través de mí, la gente, aquellos que aún se encuentran en la barbarie, tome conciencia del daño de la guerra y de sus armas asesinas. Que cada día más gente se sume a esta protesta. 

¿Sabe usted que buena parte de las víctimas son niños o campesinos que nada tienen que ver con el conflicto? 

En todos los países que las usan es igual: son siempre zonas empobrecidas, zonas rurales; es siempre víctima la población civil, la misma que no quiere esas cosas. La que no quiere el conflicto es la que termina pagando el pato. 

En Colombia los militares también sembraban minas para proteger sus bases y cuarteles. Pero nuestro país ratificó la Convención de Ottawa que las prohibe y hace unos meses fueron destruidas todas las que el Ejército poseía... 

Sí. Estamos todos adheridos a ese tratado. Pero la gente que quiere el conflicto, que quiere sembrar el terror y que no tienen suficientes palabras para convencer sobre sus ideologías, obviamente recurren a ellas y al terrorismo. 

Cómo será su concierto mañana...

Será un concierto plástico. Pedro y el Lobo es algo que grabe hace tiempo y que no he hecho demasiadas veces. Solo en tres ocasiones. Será muy bonito retomarlo. 

¿Qué tan diferente es el Bosé de 'Bandido' al de 'Morena mía' o 'Ella dijo no'?

No es distinto. Simplemente concibe un discurso musical de otra manera. Han pasado treinta años, es normal. 

¿Qué tanto ha cambiado?

No he cambiado. 

¿No es acaso parte de su vida misma renovarse, evolucionar, cambiar? 

Lo que es bueno es crecer. Pero no cambia el carácter, ni la persona. El cambio político es otra cosa, esa es la importancia. 

¿Cuál es la razón de su vigencia y su éxito? 

Supongo que es el hecho de estar siempre en la lucha y en la contemporaneidad. No hay secreto. Es solo trabajo. 

¿Para usted qué significa la campaña? 

Es indispensable. No sé cómo no se había hecho antes. El vicepresidente Francisco Santos tuvo sentido social, humanitario y político. Se tenía que haber hecho antes. 

¿Cuál es el origen de su amistad con el Vicepresidente? 

Mi padre, Luis Miguel Dominguín, y su padre, Hernando Santos, eran íntimos amigos, eran como hermanos. Con Francisco nos conocimos desde cuando éramos dos bebes. Nos unió la amistad de nuestros padres. 

¿Qué recuerda de su padre y de Hernando? 

Son dos hombres a quienes hecho mucho de menos. Hernando era uno de mis mejores amigos y más nobles consejeros.

Perdonó al guerrillero que le amputó una pierna

Las cifras de víctimas mortales o mutiladas de las minas antipersona en Colombia crecen todos los días. En promedio hay dos nuevas víctimas diarias. El 40 por ciento son civiles, la mitad niños y niñas. 

El vicepresidente Francisco Santos y Unicef buscan crear conciencia sobre el horror de las minas antipersona, que despedazan, que frustran futuros e interrumpen sueños. Son sembradas, además, en áreas que deberían ser sagradas: cerca de escuelas, fuentes de agua, zonas de cultivo, caminos rurales.

En medio de la tragedia que produce estas minas, aparecen milagros, como el que vivió Édgar Moreno, quien, como mayordomo de una hacienda en Santander, fue víctima de una y perdió una de sus piernas.

¿Cómo ocurrió su accidente? 

El primero de enero de 1992 en Carmen de Chucurí. Trabajaba como mayordomo en una hacienda ganadera y llevaba el lote de vacas de ordeño de regreso al potrero para que pastaran de nuevo. Corrí detrás de las vacas para abrir el portillo. Cuando iba llegando, explotó la mina. 

¿Por qué había minas sembradas en ese lugar? 

Se supo después que era un campo minado que había sembrado el Eln para detener al Ejército, porque era su camino obligado. 

¿Recuerda algo del momento de la explosión? 

Cuando explotó la mina, sentí que me elevó y luego caí en el hueco que produjo la misma explosión. Al caer, bañado en sangre, traté de moverme pero tenía la pierna destrozada. Me arrastre, salí del hueco y quede inconsciente. Un compañero, Heriberto Camacho, que estaba como a media hora, escuchó la explosión y corrió para saber qué había ocurrido. Me encontró, me ayudó y logró salvarme. 

¿Cuántos años tenía cuando ocurrió?

16 años. 

¿Qué piensa de las minas? 

Que son un enemigo oculto para la población civil, para los soldados, para los mismos combatientes. Es un arma que no se debe utilizar en ninguna guerra porque no solamente deja amputada a la persona sino que produce desplazamiento y destruye familias y comunidades. 

¿A quién llama "combatientes"? 

A la guerrilla y a los paramilitares. 

Pero el calificativo deja la sensación de simpatía por alguno de los dos... 

No. Más bien tengo hacia ambos un sentimiento de perdón. Conocí a uno de los hombres que sembró la mina que me destruyó la pierna. 

¿Cómo lo conoció?

Resulta que en el pueblo, en Carmen del Chucurí, cuando ya estaba sin pierna, monté un tallercito de arreglo y pintura de bicicletas; como a un kilómetro había una base militar y los soldados bajaban a hablar conmigo. Yo tenía el taller a la orilla de la carretera. Un día bajó el capitán de la base y me contrató para pintar 500 fusiles. Le pedí que me facilitara a dos personas que me ayudaran a desarmar los fusiles. Un día uno de los dos muchachos que él envió y con quien había hecho amistad, me contó que él había desertado de la guerrilla y se metió al Ejército. Me pregunto cómo había perdido la pierna. Le conté detalles de la tragedia. De pronto me preguntó exactamente dónde había explotado la mina que me amputó. Le dije que en la Hacienda Paguilis, en la vereda La Bodega. En ese momento estalló en llanto y se inclinó sobre mí, como buscando refugio mientras seguía llorando. Me confesó que él había colocado la mina. Me rogó perdón. 

¿Y lo perdonó? 

Le respondí que sí, pero que quien tenía que perdonarlo no era yo. Tenía que pedirle perdón a Dios. A él tendría que entregarle cuentas. 

¿Cómo reaccionó?

Nos hicimos amigos. Pero ahora no sé de él.

¿Le contó cómo siembran las minas, cómo las fabrican? 

Me dijo que a quienes llaman explosivistas son quienes fabrican las minas artesanales. A veces mueren en su elaboración. 

¿Qué se puede hacer para terminar con semejante arma? 

Es necesario que en la sociedad nos sigamos uniendo y que los medios sigan divulgando los horrores de esa arma. Sé que en un trabajo muy duro, pero ahí vamos dando los primeros pasitos, así sea con una pierna y una muleta. 

¿Usted se casó?

Sí. Tengo una niña de 7 años y un niño de 14 años. Con mi esposa nos conocimos en el Cirec (Centro Integral de Rehabilitación de Colombia) cuando yo recibía rehabilitación por mi pierna y ella, que está en silla de ruedas, la recibía por la colocación de una ortesis, que es un dispositivo para suplir una función perdida. Cuando ella iba a dar a luz su primer hijo, le colocaron mal una inyección en la ráquea, columna vertebral, y la dejaron parapléjica.

En medio del dolor, un paliativo...

Nos conocimos en Cirec, nos ayudamos, nos gustamos y nos fuimos a vivir. De nuestro amor nació la niña que hoy tiene 7 años. El niño había nacido antes. 

¿Y la niña qué dice de la pérdida de su pierna? 

Cuando sus compañeritos me ven, habla con ellos y les explica que fui victima de una mina "que es un arma perversa". "Hay personas -les dice- que las utilizan para quitarles las piernas a otras personas y hacerles daños". Les asegura que "las víctimas recibirán nuevas piernas cuando suban al cielo". No habla de quienes las colocan porque su alma no entiende ni de guerra ni de maldad.